La
Sordera
La
sordera es la dificultad o la imposibilidad de usar el sentido del oído
debido a una pérdida de la capacidad auditiva parcial (hipoacusia)
o total (cofosis), y unilateral o bilateral. Así pues, una persona
sorda será incapaz o tendrá problemas para escuchar. Ésta
puede ser un rasgo hereditario o puede ser consecuencia de una enfermedad,
traumatismo, exposición a largo plazo al ruido, o medicamentos
agresivos para el nervio auditivo.
Hasta ahora, se suelen diferenciar dos tipos de pérdidas auditivas
Pérdida
auditiva sensorial
Son en los casos en los que las células capilares del oído
interno, o los nervios que lo abastecen, se encuentran dañados.
Esta pérdida auditiva pueden abarcar desde pérdidas leves
a profundas. A menudo afectan a la habilidad de la persona para escuchar
ciertas frecuencias más que otras, de manera que escucha de forma
distorsionada el sonido, aunque utilice un audífono amplificador.
No obstante, en la actualidad, las grandes prestaciones tecnológicas
de los audífonos digitales son capaces de amplificar solamente
las frecuencias deficientes, distorsionando inversamente la onda para
que la persona sorda perciba el sonido de la forma más parecida
posible como sucedería con una persona oyente.
Pérdida
auditiva mixta
Se refieren a aquellos casos en las que existe aspectos de pérdidas
conductiva y sensoriales, de manera que existen problemas tanto en el
oído externo o medio y el interno. Este tipo de pérdida
también puede deberse a daños en el núcleo del sistema
nervioso central, ya sea en las vías al cerebro o en el mismo cerebro.
Consecuencias
sociales
Si la sordera es especialmente aguda, puede afectar considerablemente
en la forma en que la persona sorda se relaciona con su entorno humano,
al encontrarse con una seria limitación en su capacidad de encontrar
una vía de comunicación por el canal auditivo, es decir,
con el lenguaje oral. Sin embargo, el modo en que se entienden las consecuencias
de esa incapacidad puede variar considerablemente, de manera que dos perspectivas
fundamentales acerca del modo de entender la sordera.
Definición
pedagógica de la sordera
Según esta primera perspectiva, la sordera se puede dividir en
dos tipos: la prelocutiva y la postlocutiva, dependiendo de si se ha producido
antes o después de adquirir la concepción abstracta del
lenguaje oral en la estructuras cerebrales, normalmente en torno a los
3 años de edad. No obstante, las personas que son sordas desde
muy pequeños se expresan de forma natural con una lengua de signos
(LINK ALLA PAGINA LINGUA DEI SEGNI), al desaparecer el canal auditivo
como medio de comunicación humana, quedando únicamente disponible
el canal visual.
La sordera prelocutiva es menos común, condiciona la comprensión
de las estructuras sintácticas del lenguaje oral, afecta en la
dificultad de su correcta pronunciación, así como en el
correcto entendimiento de diferentes figuras de la prosa o verso en el
lenguaje oral, como la ironía, sobre todo aquellos que se captan
por una modulación tonal de la voz que, al no oír, no son
capaces de comprender. No obstante, la gran mayoría de esos problemas
se pueden subsanar con una educación bilingüe (lengua oral
y lengua signada) desde una edad temprana.
La sordera postlocutiva es más corriente, y los problemas son similares
de la sordera prelocutiva, con la diferencia de que la persona ya adquirió
la concepción abstracta del lenguaje oral aunque, dependiendo de
la edad, tiende a predominar el uso de una lengua de signos.
Antropología
social de la sordera
Estudios recientes (a partir de los trabajos de William C. Stokoe en 1960,
fundamentalmente) proponen abordar la sordera desde un punto de vista
antropológico. Un colectivo de personas sordas que se comunican
entre sí por medio de una lengua de signos puede ser considerado
una comunidad lingüística minoritaria, con una cultura propia.
La literatura especializada hace muchas veces la distinción entre
Sordera, con una mayúscula inicial, para referirse a la antropológica,
y sordera, para la definida clínicamente.
Dependiendo de los casos, una persona sorda normalmente puede desarrollar
una idiosincrasia con las personas que se comunican por el canal visual,
es decir, con el lenguaje de signos (LS), considerándose como una
colectividad cultural y social propia diferenciada, normalmente con la
definición de Comunidad Sorda. El vínculo social entre los
sordos signantes suele ser muy fuerte debido, sobre todo, al aislamiento
social con respecto a los oyentes, provocado por el escaso conocimiento
de su problemática común, o estilo de vida, así como
la escasa relación social por motivos de entendimiento lingüístico.
De hecho, en esta colectividad se definen a sí mismos como personas
sordas signantes, y suelen clasificar su entorno social entre oyentes
a las personas que no tienen sordera (entre los que puede haber algún
oyente signante, si conoce una LS), y al resto de las personas sordas
que, dependiendo el país, pueden formar parte también de
la Comunidad Sorda. Entre las personas sordas, además, los sordos
signantes se distinguen de las personas sordas oralistas, es decir, quienes
no utilicen habitualmente una LS o usan una comunicación bimodal
(léxico de una LS con estructura gramatical de una lengua oral).
Por último, están los sordos implantados, es decir, quienes
llevan un implante coclear en vez de un audífono, que pueden ser
signantes u oralistas.
En cambio, las personas sordas oralistas, es decir, aquellas personas
sordas que han recibido una intensa reeducación del lenguaje oral
en su infancia y que no usan una lengua de signos como lengua vehicular
(a menudo como consecuencia de una prohibición expresa de los educadores),
suelen adoptar una actitud de invisibilidad social respecto a su condición
de persona sorda, a veces incluso no reconociéndose como tales
(recurriendo a otras definiciones como discapacitado auditivo, hipoacúsico,
medio oyente, etc...). Asimismo, este grupo suele asociar como personas
sordas únicamente aquellos que son signantes, o bien diferenciándose
de ellos definiéndolos como personas sordomudas, especialmente
a aquellos no hablan un lenguaje oral correctamente en el aspecto gramatical.
Esta última definición, la de sordomudez, por otra parte,
es considerada peyorativa por los sordos signantes, pues consideran que
"hablan" (por canal visual, en LS). Asimismo, consideran que
un alto analfabetismo de la lengua oral entre las personas sordas no tiene
ninguna relación con la mudez, sino a un fracaso del método
oralista en el sistema educativo en su infancia y juventud. De hecho,
llamar "sordomudo" a una persona sorda por no hablar en lengua
oral correctamente, equivaldría llamar "manco" a una
persona por no escribir con la grafía correcta, o "ciego y
manco" por no saber leer y escribir. Por último, en el sentido
estricto, la "sordomudez" sólo sería aplicable
a aquellos que padezcan sordera y, además, son incapaces de generar
sonidos humanos por la ausencia o el daño de las cuerdas vocales,
siendo aspectos independientes entre sí.
Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Sordera"
Obtenido
de Wikipedia, la enciclopedia libre
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La
Lengua de signos es la lengua natural de las personas
sordas, gracias a la cual pueden establecer un canal de información
básica para la relación con su entorno social.
Mientras que con el lenguaje oral la comunicación se establece
en un canal auditivo, la Lengua de Signos lo hace por un canal
visual y espacial. Tiene una estructura gramatical propia
que se caracteriza por los siguientes parámetros: la configuración
de una o dos manos, de sus movimientos, de sus orientaciones, de
su ubicación espacial, y de los elementos no manuales (movimientos
labiales -que pueden ser verbales y orales-, faciales, linguales,
etc.)
Aun cuando la lengua de signos sea natural entre las personas con
sordera, su origen es tan antiguo como la lengua oral en la humanidad,
y también ha sido utilizada por comunidades de oyentes. De
hecho, los amerindios de la región de las Grandes Llanuras
de Norte América usaban una lengua de signos para hacerse
entender entre tribus que hablaban lenguas diferentes, y a estas
alturas aún lo siguen utilizando.
Pese a esto, no existen referencias documentales sobre este lenguaje
antes del siglo XVIII. Los datos que se poseen tratan, sobre todo,
de sistemas educativos para personas sordas.
Lingüística
Igual que pasa con el lenguaje oral, no hay necesariamente una lengua
para cada país, y aún menos es una lengua universal,
sino que hay varias lenguas de signos en el mundo
ubicadas regionalmente. Existen al menos unas cincuenta lenguas
prácticamente inteligibles entre sí, y numerosos dialectos,
algunos de los cuales coexisten dentro de una misma ciudad.
Además, existe un Sistema de Signos Internacional
(SSI), que se puede considerar como un sistema de comunicación
formado por signos propios, icónicos, signos consensuados
de las diferentes lenguas...
En
términos lingüísticos, la lengua de signos puede
ser tan rica y compleja como cualquier otra lengua oral, pese a
la generalizada concepción equivocada de que son "lenguas
artificiales". En la Lingüística se han estudiado
varias lenguas de signos y se ha encontrado que tienen todos los
componentes lingüísticos necesarios para clasificarse
como una lengua natural.
Las lenguas de signos no son simple mímica, y no son tampoco
una reproducción visual de alguna versión simplificada
de ninguna lengua oral. Tienen una rica y compleja gramática.
Las lenguas de signos, al igual que las orales, se organizan por
unidades elementales sin significado.
En las lenguas de signos se utilizan el alfabeto manual o dactilológico,
generalmente para los nombres propios, si bien sólo es una
de las numerosas herramientas que poseen.
En
general, las lenguas de signos son independientes
de las lenguas orales y siguen su propia línea de desarrollo.
Por último, una área que tiene más de una lengua
oral puede tener una misma lengua de signos, pese a que haya diferentes
lenguas orales, como es el caso del Canadá, los EE.UU., y
México, donde la lengua de signos americana convive con las
lenguas orales inglesa, española, y francesa.
Una prueba más de la separación de las lenguas orales
de las lenguas de signos es el hecho de que estas últimas
explotan únicamente los disparos del medio visual. La lengua
oral es auditiva y, consecuentemente, lineal. Sólo se puede
emitir o recibir un sonido a la vez, mientras que la lengua de signos
es visual y, por lo tanto, se puede referir un espacio entero
al mismo tiempo. En consecuencia, la información
puede fluir mediante varios "canales" y expresarse simultáneamente.
El alfabeto manual
Las comunidades Sordas de casi todo el mundo usan un grupo
de signos para representar las letras del alfabeto con
el que se escribe la lengua oficial del país. Es esto lo
que se denomina alfabeto manual. En el caso de los países
de habla hispana, donde se usa el alfabeto latino, las comunidades
Sordas usan un mismo alfabeto manual, común para todos los
países (excepción hecha de la forma de algunas letras).
En Inglaterra se usa un alfabeto manual distinto, bimanual.
En los países que usan alfabetos distintos al latino (alfabetos
hebreo, árabe, amhaárico, etc.) existen otras formas
de representación entre las comunidades Sordas.
Lo mismo se aplica a los países donde se usan sistemas de
escritura no alfabéticos (como es el caso de Japón,
China, etc.).
El
origen del alfabeto manual
Este alfabeto manual común tiene su origen, según
la fuente más antigua conocida, que es una lámina
publicada en Madrid, el año 1593,
por un monje franciscano español llamado Melchor de Yebra.
Yebra afirma que la fuente original de ese alfabeto es San
Buenaventura (1221-1274).
Otro monje español contemporáneo de Yebra, Pedro
Ponce de León (1500-1584), había hecho uso
de ese mismo alfabeto para educar a varios niños sordos.
Los alumnos de Ponce de León eran todos ricos herederos de
familias nobles, y era fama en su tiempo que la educación
impartida por este religioso los había convertidos en personas
muy cultas y cabales, capaces de leer y escribir en varias lenguas.
Ponce mantuvo siempre secretos sus métodos,
que sólo parece haber revelado a Ramírez de Carrión,
otro monje que continuó formando a varios niños sordos
de la nobleza española tras la muerte de Ponce.
La difusión alcanzada por este alfabeto manual se debe a
un libro publicado años después por otro español,
Juan Pablo Bonet, cuyo título era Reduction
de las letras y arte para enseñar a hablar los mudos
(editado en Madrid, en 1620). Bonet era secretario de la familia
Velasco, para quienes habían ya trabajado Ponce y Ramírez
como maestros. Eso le permitió observar de cerca el trabajo
hecho por Ramírez, que Bonet resumió en un tratado
y publicó posteriormente como obra suya, sin mencionar a
ninguno de los dos monjes.
En términos modernos, lo realizado por Bonet se conoce como
plagio (ver Günther 1996:112). Sin embargo, hay que concederle
a Bonet el mérito de haber creado un documento que registró
este trabajo para la historia. El libro de Bonet fue muy popular,
y fue traducido, en el Siglo XIX, a muchas otras lenguas europeas.
De aquí la forma común de los alfabetos manuales en
los países que usan el alfabeto latino.
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